Odio
quiero más que indiferencia
Álvaro Belin Andrade
HORA
LIBRE
Si tuviéramos que medir la popularidad de
los personajes de la política que se mueven rumbo a los comicios estatales de
2016, no solo tendríamos que medir el grado de aceptación con base en los
comentarios positivos que reciben de los analistas de los medios de
comunicación estatales y nacionales, sino también en los negativos, una especie
de odiómetro que permita medir su permanencia en la lista de los notables, de
los visibles e, incluso, de los posibles.
Aunque
los comentarios periodísticos en cualquiera de los dos sentidos tienen poca
mella en la decisión de los ciudadanos y, acaso, pueden servir para normar el
criterio entre los columnófagos (o comentófagos, si lo prefiere, para designar
al por desgracia escaso público que lee columnas políticas), lo cierto es que
de todas maneras sirven para establecer quiénes mantienen la tea encendida y
cuáles otros pareciera que se les acaba el pabilo, sumiéndose en la oscuridad
de la displicencia.
“Odio
quiero más que indiferencia, porque el rencor duele menos que el olvido”, reza
la letra de una de las canciones más populares de Julio Jaramillo, y en
política parece que tiene más sentido que en el amor.
Pégame pero no me
olvides, parecen decir varios políticos a los columnistas. Algunos de los que
aspiran a hacer campaña gubernamental en 2016, sea porque no huelen ni hieden o
por estrategia política, parecen relegados al ostracismo de los observadores,
quienes de tanto olvido ni siquiera los conminan al infierno de sus agudas
críticas o a la gloria de sus encendidos panegíricos.
Otros, en cambio,
están haciendo tanto ruido, se mueven con tanta versatilidad en los temas más
candentes de la realidad veracruzana que siempre están a punto en las columnas
y artículos editoriales, sea para resaltar sus enormes oportunidades para tomar
la bandera de la sucesión de Javier Duarte de Ochoa o para denostar sus
trayectorias, sus traiciones y sus andanzas pasadas y presentes.
Los
olvidados
El grupo de los olvidados se ha
alimentado copiosamente por quienes, habiendo sido señalados de ser los
continuadores de la Fidelidad, hoy forman una minúscula parte de un grupo
riñonudo de políticos de toda la geografía nacional que buscarán tomar por
asalto la tribuna en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión y
arrebatar las comisiones legislativas, a costa de quienes se les pongan
enfrente.
Ya hemos visto cómo el
único que ha tenido buena estrella es el exsecretario de Desarrollo Social y
diputado federal por Los Tuxtlas, Jorge Carvallo Delfín, a quien el coordinador
de los diputados del PRI, César Camacho, nombró como uno de los 16
vicecoordinadores de su numerosa fracción parlamentaria.
El toluqueño hizo
relucir la patria chica ante el exdirigente nacional priista y, como lo
corrobora una fotografía al momento de tomar protesta como diputado federal,
era el único sonriente del grupo de los veracruzanos, mientras a su lado y
atrás veíamos adustos, serios, infelices y olvidados a los diputados Érick Lagos
Hernández (Acayucan), con todo y ser el coordinador de la diputación
veracruzana del PRI-PVEM; Alberto Silva Ramos (Tuxpan) y el empequeñecido
Adolfo Mota Hernández (Xalapa Rural).
Como en la película de
Luis Buñuel, Los Olvidados, esta tríada de niños de la Fidelidad han ido
perdiendo combustible, primero porque pasaron un largo periodo desde los
comicios del 7 de junio hasta que recibieron su constancia de mayoría, pasaron
los periodos de impugnación y protestaron como diputados federales, y ahora deberán
pasar un tiempo a que empiecen a mostrar agallas para enfrentar a sus
aguerridos pares, no solo del PRI-PVEM sino de la oposición panista, en
especial del diputado Miguel Ángel Yunes Linares, y del PRD y Morena.
Además de ellos, quien
no ha podido prender mecha es el diputado local Renato Tronco Gómez, una mala
caricatura de El Bronco neolonés, quien después de sus tiempos de gloria
mediática con su reality show para
encontrar a su doble (seguido incluso por las televisoras y agencias
informativas internacionales, atraídas por la ridiculez del paisano), hoy
cuelga su sarape desde su apagado jamelgo por caminos alejados de los
reflectores.
A ninguno de ellos,
por supuesto, se le puede expedir carta de defunción política, porque solo
están en calidad de desaparecidos. Algunos dicen que a Érick Lagos y a Alberto
Silva se les vio comiendo con Duarte y los alcaldes de Veracruz y Xalapa en El
Cacharrito de Boca del Río, muy felices hasta la hora de la cuenta en que
tuvieron un pequeño contratiempo, pero lo cierto es que han preferido alejarse
de los mentideros políticos locales para enfocarse en el Congreso.
El
odiómetro a todo lo que da
Quien se regodea en la fama gratuita que
le obsequian sus detractores es Gerardo Buganza Salmerón, el único aspirante a
candidato independiente que no pasa un solo día sin cincelar su futura campaña,
aunque desde el PAN, desde el PRI y desde casi todos los partidos se le
torpedea calificándolo por lo menos de traidor.
Rey
sin trono tras el fraude de Fidel Herrera Beltrán, cuando prácticamente obtuvo
el triunfo que le hubiera convertido en el primer gobernador de la alternancia
política en tierras jarochas, Buganza daría un fuerte viraje al abandonar el
PAN cuando Felipe Calderón, tras el famoso pastelazo, impuso a su entonces
director del ISSSTE, Miguel Ángel Yunes Linares, como candidato blanquiazul
para suceder a Fidel.
Enemigo
político del choleño, quien le quitó la posibilidad de buscar por segunda
ocasión la gubernatura, Buganza se sumó a la campaña de Javier Duarte de Ochoa
para evitar que ganara el PAN, y ya conocemos la historia tras ese chaquetazo:
en el gobierno duartista fungió como Secretario de Gobierno dos veces (y en
medio, secretario de Infraestructura y Obras Públicas), y hoy ha salido como el
tiburón morado que lo puede colocar como una versión engañosamente tersa de El
Bronco.
Y ha pisado alfombras
anti partidistas. Cuando recientemente dialogamos con él en ocasión de una
invitación con el Grupo de los 13, claramente señaló su animadversión por los
partidos políticos. No solo porque en el que militaba y del que fue Senador y
candidato a Gobernador, el PAN, lo traicionó y, en el caso de la campaña al
gobierno, le hizo pagar de su propio bolsillo la cuenta (más de 40 millones de
pesos), dejándolo en la inopia y obligándolo a viajar a la ciudad de México en
autobús o de aventón para cumplir en el Senado, sino porque ve en ellos la más
clara manifestación de la corrupción organizada.
Ya
se ha reunido con el próximo gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez
Calderón, El Bronco, y el apoyo que este le dará para su campaña será
invaluable. Buganza nos confió que el equipo de El Bronco ya capacita al suyo
en materia de marketing político, comunicación, organización y demás. Y
recientemente se reunió con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas para establecer
vínculos políticos orientados a crear opciones ciudadanas.
Queda
claro que no pasará desapercibido y que cada día dará de qué hablar. ¿Le
preocupa que le hagan campañas de escarnio por haber ‘traicionado’ al PAN y
haber apoyado a Javier Duarte? Difícilmente. Cada día lanza un nuevo tema para
la agenda política de Veracruz y los golpes que le enderezan sus contrarios,
por sí o por interpósitas personas, lo único que logran es que vaya siendo
conocido por más ciudadanos.
¿Qué
le hace persistir en su empeño? Según él, los resultados de encuestas en que ha
notado el crecimiento de la opción de votar por un candidato independiente
entre los veracruzanos, al punto de llegar al 70 por ciento. Sabe también que
eso ocurre cuando no hay candidatos partidistas definidos, lo que puede hacer
disminuir esa pulsión política.
Otro
que sigue siendo golpeado es precisamente el archienemigo de Buganza, el
diputado Miguel Ángel Yunes Linares quien, por cierto, no asistió a tomar
protesta a la Cámara de Diputados y ello ha servido para acercarle el paquete.
Este domingo ha mandado una explicación: se encuentra en el extranjero cuidando
al senador Fernando Yunes, su hijo, aquejado por una neumonía.
Los
que están en la cresta de la ola
Solo de paso, porque ya se comenta mucho
de ellos, señalaré que quienes están con el mercurio marcando temperaturas
dignas de canícula son, en ese orden, los senadores priistas José Francisco
Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa. Ambos se ubican en el ala crítica del PRI,
acaso porque deben contener la maldición fideliana de que ningún Yunes llegue
al principal despacho de Palacio de Gobierno.
Los
enroques en el gabinete de Enrique Peña Nieto apuntan a un mayor beneficio para
Pepe Yunes, por el fortalecimiento de los economistas sobre los políticos que,
en sano castellano, quiere decir que Luis Videgaray ha adelantado pasos en la
sucesión presidencial sobre Miguel Ángel Osorio Chong.
Ya
sabíamos que Pepe, además de Videgaray, es amigo muy cercano de José Antonio
Meade Kuribreña; mientras este estuvo en la cancillería le podía ayudar para
gestiones que tuvieran que ver con el traslado de paisanos de Estados Unidos a
su tierra natal o para apurar algún trámite diplomático, pero Meade se ha hecho
con la Secretaría de Desarrollo Social y ese sí que es un activo político
invaluable.
¿Quién
más? No hay que olvidar a Tomás Ruiz González, titular de la SIOP. Sin embargo,
este experto en finanzas busca agrandar su figura mediante un trabajo ejemplar
en la dependencia, y no hay día que no anuncie una obra o establezca
compromisos con alcaldes y grupos sociales, lo que le puede redituar muchos
bonos, en caso de que de Finanzas no le salgan con que no hay recursos y que
todo lo que acuerde se vaya al carajo.
En
los siguientes días hablaremos de los posibles desde el bando de la oposición.
Por lo pronto, no me olviden. Ódienme pero no me olviden.
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